jueves, 13 de agosto de 2009

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Las Falsas Creencias


México D.F. a viernes 14 de agosto de 2009
B-08-143

“Dios; perdona, el sistema nervioso; no olvida y la naturaleza; irremediablemente nos cobra todo”.

LAS FALSAS CREENCIAS

Los ciclos y las crisis se expresan también en las creencias y expectativas que se forman en los mercados financieros.

Hay una primera etapa, cuando las crisis se gestan y está por venir la catástrofe, casi nadie lo cree.

La mayoría piensa que tendremos a lo sumo un catarrito y no una pulmonía... hasta que da.

Luego, cuando estalla la crisis y los valores de los activos financieros o inmobiliarios tienen una caída libre, también hay quienes se hunden en el pesimismo y creen que nunca vamos a salir de la turbulencia.

Tras algún tiempo, cuando las cosas parecen componerse, surge otra percepción que rápidamente se generaliza y es la creencia de que pronto nos repondremos y regresarán los buenos tiempos.

Y aquí es donde estamos.

La experiencia, sin embargo, nos señala que en crisis de las dimensiones como la presente en ocasiones hay tropiezos inesperados.

Por ejemplo, en la recesión de 1929-32, el índice Dow Jones cayó desde un máximo de 381 puntos hasta 41 unidades, un derrumbe de 89 por ciento.

En 1932 tuvo una recuperación que lo llevó hasta 79 unidades, es decir, una ganancia de 93 por ciento, pero volvió a caer al nivel de 50 puntos en 1933. Otra caída de 37 por ciento.

La recuperación siguió, y en 1937, 5 años después de haber llegado al fondo, ya estaba en 194 puntos, sólo para volver a caer a 99 unidades en 1938, otra caída de 49 por ciento en 1938.

Los 381 puntos que había logrado antes de la crisis fueron alcanzados nuevamente hasta 1955, 26 años después de que reventó la burbuja.

Claro que se atravesó la Segunda Guerra Mundial y eso cambió todo.

En cierta medida, la Guerra también fue resultado indirecto de la depresión, pues la crisis económica sin precedentes y el desastre económico en Alemania dio pie al fortalecimiento del movimiento nazi.

Estoy lejos de decir y creer que vendrá otro cataclismo o conflicto militar, pero lo que ocurrió es un ejemplo histórico de que las depresiones y crisis financieras de grandes proporciones, como la que todavía estamos viviendo en el mundo, tienden a ser más largas y complejas de lo que parecen en primera instancia.

De hecho, hay dos factores que nos deben hacer tener mucho cuidado con las previsiones.

Una de ellas se la hemos comentado numerosas ocasiones. El desendeudamiento de las familias norteamericanas amenaza con reducir su nivel de gasto por un periodo prolongado, lo que va a causar probablemente un lapso extenso de crecimiento económico bajo.

El otro problema que muchos expertos ponen sobre la mesa con frecuencia es lo que va a ocurrir con los déficit públicos.

No sabemos bien a bien el efecto que pueda tener en los mercados financieros el que haya muy diversos gobiernos que tengan un déficit por arriba del 10 por ciento del PIB.

Alguien tendrá que pagar esas cuentas alguna vez, y me temo que serán los contribuyentes, lo que también va a ser una presión negativa sobre el gasto de las familias y empresas, y sobre el crecimiento de la economía.

En la Gran Depresión, la economía de Estados Unidos acumuló 4 años de caídas, de 1930a 1933 inclusive, con un descenso acumulado de 26.7 por ciento. Luego se recuperó 4 años consecutivos, con un alza de 43.4 por ciento antes de tropezar de nuevo en 1938.

Ojalá me equivoque, pero creo que estamos todavía lejos de haber recobrado la tranquilidad financiera plena y las bases para el crecimiento sostenido para la próxima década.

Hay que garantizar que las ganas de creer no vayan a suprimir nuestra capacidad para ver las cosas de manera racional.

Dirección General
Enrique R. Del Castillo G.M.D.