viernes, 30 de abril de 2010

¿SIMPLE O ENREDADO?





B-04-178

"Domine el arte de la oportunidad"

 ¿Con los cambios en la manera en que trabajamos tenemos claro cuál es el grado de impacto? Cuando analizamos los procesos de revisión del trabajo ejecutado (administración del desempeño, avance de los proyectos, eficacia y eficiencia en la ejecución), ¿cuál es el origen de la complejidad? En una época en la que campean la tecnología de información y la automatización, ¿cómo le hacemos para no enredarnos y que el caldo no salga más caro que las albóndigas?, ¿que lo que invertimos en hardware, software y conocimiento refleje simplicidad y no burocracia?

 Los seres humanos tenemos la capacidad de elegir. "La vida es una secuencia de elecciones. La ciencia económica es la forma de entender y predecir las alternativas", dijo David Friedman. Elegimos todo el tiempo de acuerdo con un plan, un proceso, la estrategia, el presupuesto; otras, no; he ahí la naturaleza humana. Si existe alguna garantía del trabajo a futuro, es que hemos de continuar ejerciendo nuestro derecho de elegir, bien o mal, eficiente o no, dentro de lo que cualquier organización define como éxito o fracaso.

 La simplicidad en el trabajo es la habilidad para elegir alternativas prácticas día con día y con buen porcentaje de éxito. Para ser competitivos y rentables, satisfacer a los accionistas y a los clientes, dependemos de que en promedio el personal y los ejecutivos de cualquier organización elijan hacer lo que es correcto y exitoso. Muchas organizaciones hoy preparan una gran cantidad de datos, pero carecen de información para tomar decisiones a tiempo, la integración es pobre, las metas son poco claras, la comunicación es escasa, la información es desorganizada. La solución pasa por estructurar la información, propiciar el trabajo en equipo, aclarar las metas de tal manera que la mayor parte del personal pueda utilizarlo para tomar decisiones.

 En las empresas más admiradas en Estados Unidos el primer lugar de característica deseable lo ocupa el análisis de datos para convertirlo en el pilar de la toma de decisiones informada; luego, claridad en las metas y, en seguida, usar la tecnología a favor de la velocidad de atención al cliente y no hacer más engorroso el atenderlo, y profundizaríamos en el común denominador, aquel que cambia las reglas del negocio en favor del cliente.

 Este año, para dar una idea, se celebran cien años del inicio del salón de belleza de Elizabeth Arden en la Quinta Avenida de Nueva York. Elizabeth, canadiense de nacimiento, se cambió el nombre después de emigrar a Estados Unidos, originalmente se llamó Florencia Nightingale Graham. En alguna época fue contadora de la empresa farmacéutica Squibb, y después fue en un viaje a Paris que se dio cuenta de que en Estados Unidos el maquillaje estaba reservado al teatro y a las mujeres de mala reputación y se decidió a tomar la estafeta de ser la artífice del cambio de percepción en el negocio de los cosméticos.

 Elizabeth Arden murió en 1966, y desde que gestó su salón de belleza, su compromiso con la innovación, la calidad y la excelencia representa el alma de la empresa que hoy en día rebasa los mil millones de dólares de venta. Curiosamente, su CEO, E. Scott Beathe, reportó en 2009 que la empresa invirtió recursos importantes para tener información financiera y de mercado más analítica y mejor distribuida en toda la organización, para propiciar mejor toma de decisiones en favor del cliente y así mantenerse contendiendo en dura competencia ¿Y usted, cómo le hará a futuro para pelear por el mercado?