México D.F. a 31 de marzo de 2009
B-03-36
“Las limitaciones acarrean trastornos, pero son efectivas. Si vivimos económicamente en tiempos normales, estaremos preparados para tiempos de penuria. ¡Ser ahorrativos! Nos salva de la humillación. Las limitaciones son también indispensables en la regulación de las condiciones del mundo. En la naturaleza, hay limites para el verano y el invierno, el día y la noche, y estos limites dan su sentido al año. De la misma manera, la economía, al imponer determinados limites a los gastos, actúa para preservar la propiedad e impedir daños al pueblo”. I Ching. Siglo VIII a.C.
EL DINERO SE HA ESFUMADO. ¿SE AJUSTARÁ EL GASTO?
F. Norris. Las pérdidas de la implosión financiera a nivel mundial apenas están siendo totalizadas. Ajustarse a la realidad está resultando difícil.
Esa dificultad es el hecho unificador en muchas de las noticias de hoy en día (así como la indignación pública masiva contra Bernard Madoff, un hombre que robó principalmente a gente acomodada). Mucha de esa ira proviene de gente que no perdió ni un centavo por el esquema Ponzi (pirámide financiera) de Madoff, sino de quienes han perdido mucho en los mercados bursátiles y de bienes raíces y les encantaría encontrar a alguien a quién culpar.
Todos aquellos que perdieron mucho, y cada persona define el término "mucho" de manera diferente, ahora enfrentan decisiones similares. ¿Admiten que permanentemente son más pobres y ajustan tanto su gasto como su sentido de qué tan exitosos han sido? ¿O buscan negar la realidad y guardan la esperaza de que, de alguna manera, los buenos viejos tiempos regresarán?
Ese problema puede ser ejemplificado por las primas pagadas a los ejecutivos en compañías como American International Group (AIG). Aún piensan que creen merecer ser tratados como gente sumamente exitosa que administra una importante compañía financiera. El hecho de que se hubiera colapsado si no hubiera sido por los repetidos rescates del Gobierno, es considerado como un detalle insignificante.
Recientemente, también pudo verse en una propuesta legislativa impulsada por los directores de museos de arte en Nueva York, que prohibiría a los museos con dificultades financieras vender obras de arte para recaudar dinero para pagar otras cuentas. Incluso sin dicha ley, un museo que vendió obras de arte va a ser castigado al no permitírsele pedir prestado arte a otros museos.
A principios de este año, hubo indignación cuando la Universidad Brandeis, en Massachusetts, anunció sus planes de cerrar su museo de arte y vender las pinturas a raíz de haber quedado devastados sus bienes por las malas inversiones.
¿Qué cree la gente que se opone a la venta de pinturas, que deberían hacer las instituciones que repentinamente se encuentran pobres? ¿Cerrar? ¿Buscar rescates gubernamentales? ¿Debería Brandeis cerrar unos departamentos académicos o reducir su número de becas, para conservar su arte? Brandeis no es la única universidad cuyos bienes se han contraído marcadamente. Sospecho que cuando las cifras finales se den a conocer, resultará que las universidades, como grupo, habrán tenido mucho peor desempeño que el mercado bursátil cuando a éste le fue horriblemente.
Eso se debe a que las universidades siguieron la corriente. Invirtieron el dinero en las así llamadas inversiones alternativas, que habían parecido ser tan exitosas para Harvard y Yale. Los ex alumnos clamaban a gritos por qué sus universidades no podían mostrar rendimientos similares, y algunas instituciones que no podían darse el lujo de grandes pérdidas pusieron la mayor parte de sus activos en fondos de cobertura. Resulta que dichos fondos podían ser sumamente riesgosos.
Esas universidades, al igual que muchos otros inversionistas de pronto menos acaudalados, ahora se enfrentan a decisiones. ¿Deben cambiar a inversiones menos riesgosas con el dinero que queda, y por lo tanto, renunciar a las ganancias que resultarán si el mercado se recupera, como algunos esperan que ya haya empezado a suceder? ¿O deberían quedarse quietos y arriesgarse a pérdidas incluso mayores?
Mientras tanto, una gran cantidad de proyectos de construcción de universidades han sido suspendidos, porque se ha esfumado el dinero con que serían pagados. Estas decisiones, por racionales que sean, ponen más presión a la baja en la economía.
Los Gobiernos estatales y municipales con planes de pensión enfrentan problemáticas similares. En vez de elevar los impuestos o retener prestaciones prometidas, era más fácil suponer que los rendimientos generosos del mercado bursátil seguirían eternamente.
Nueva Jersey, enfrentada con planes de pensión estatal con fondos insuficientes, incluso vendió bonos gravables para recaudar dinero para inyectarlo a los fondos. Eso le ahorraría dinero al estado, si las ganancias de las inversiones de los fondos excedían el interés pagado sobre los bonos. Por el contrario, costaría mucho si el mercado se desplomaba.
Hoy, Nueva Jersey quiere encontrar villanos a quienes culpar. Hace poco, demandó a ex funcionarios de Lehman Brothers, al sostener que mintieron sobre la posición financiera de la firma antes de que sufriera el colapso.
Jon Corzine, Gobernador de Nueva Jersey, que solía dirigir Goldman Sachs, dijo: "tenemos la intención de pedirles cuentas a los directores y ejecutivos de Lehman, por el fraude y la mala representación que causó más de 100 millones de dólares en pérdidas a los fondos de pensión de Nueva Jersey".
Eso parece un esfuerzo desesperado por evadir la realidad. Aun suponiendo que los directores y ejecutivos fueran responsables, es difícil ver por qué Nueva Jersey debería figurar adelante de otros inversionistas. Si el dinero se divide entre todos los inversionistas, probablemente ninguno reciba más que una pequeña fracción de sus pérdidas.
Como sociedad, no somos tan ricos como pensábamos que éramos. La Reserva Federal ahora calcula que las familias estadounidenses como grupo son más pobres de lo que eran hace cuatro años, aún antes del ajuste por inflación. Eso no había sucedido en ningún período de cuatro años desde que la Fed empezó a hacer esos cálculos, hace más de medio siglo.
“LA REALIDAD puede definirse como una incisiva serie de limitaciones sobre cada ser vivo, siendo la muerte la ultima frontera. Nuestra energía, tiene un tope antes de cansarnos; los alimentos y recursos a nuestra disposición, son limitados; nuestras habilidades y capacidades solo pueden llegar hasta cierto punto. La gente que vive en la pobreza, de igual manera, esta agudamente consciente de sus limites: obligada a sacar el mayor provecho de lo que tiene, ES INCESANTEMENTE INVENTIVA. La necesidad, ejerce un poderoso efecto, sobre SU CREATIVIDAD”.
Dirección General
Enrique R. Del Castillo G. M.D.