ENRIQUE QUINTANA
No hay una sola crisis que no sea oportunidad. Cuando se sobrevive a ellas, se puede regresar con más fortaleza para la siguiente etapa de crecimiento.
Le sugiero cuatro acciones para darnos viabilidad económica y financiera de largo plazo.
1.- Hay que revisar la estructura de nuestros costos y de nuestros gastos.
Las dificultades financieras que trae consigo una crisis nos empuja a ver con otros ojos gastos que en circunstancias normales veríamos como inamovibles. De golpe nos damos cuenta de que asignamos recursos a usos que son prescindibles completamente y que en realidad nos aportan poco, si se trata de un gasto personal o generan escaso valor al tratarse de una empresa.
A escala de las economías nacionales, es en estos momentos cuando hay oportunidad de revisar la forma de administrar el gasto público. Por ejemplo, en México sería muy sano revisar los esquemas de otorgamiento de subsidios a gasolinas y combustibles, que son escandalosos por sus dimensiones y por la inequidad que implica su otorgamiento.
2.- ¿Estamos en el mercado y lugar adecuados?
La comodidad que implica hacer lo mismo por mucho tiempo nos hace perder de vista oportunidades para ser más productivos y más rentables. Si se cae un mercado, como seguramente va a ocurrir con las exportaciones de manufacturas hacia los países desarrollados, seguramente vamos a tener que voltear hacia las naciones emergentes. Si el producto o servicio que genera nuestra empresa no tiene suficiente demanda, seguramente nos vamos a ver obligados a explorar la posibilidad de hacer algo más. O si en lo personal, nuestra contribución ya no genera el valor que producía en el pasado, revisaremos nuestras rutinas, destrezas, habilidades y, eventualmente, nos obligaremos a volvernos más productivos.
Somos propensos a la comodidad, por lo que a veces requerimos que llegue una crisis para salir de ella.
3.- ¿Nos hemos preparado para sortear eficazmente una etapa complicada?
Cuando ocurre un desastre natural, hay una fiebre de medidas preventivas. Si es un temblor, revisamos las construcciones; hacemos simulacros para actuar correctamente en el momento; se revisan los dispositivos de protección civil, etc.
Los desastres económicos son más predecibles que los naturales, pero a veces omitimos por completo medidas de protección. Hoy, muchos bancos son sometidos a pruebas de estrés en las que se mide la capacidad para sobrevivir ante condiciones financieras críticas.
Vale la pena hacer lo propio en nuestros negocios y en nuestros hogares para determinar qué haremos si la situación económica se complica.
4.- ¿Tenemos el empuje moral que requieren los tiempos malos?
No se trata sólo de medidas económicas, sino de la energía, talento, coraje y templanza que se necesitan para sobrevivir a las tormentas. Las que vivimos recientemente, o nos debilitaron o nos fortalecieron. Quizás es más pronto que en otros ciclos económicos, pero sortear de nueva cuenta los malos tiempos que probablemente vengan requiere que tengamos la disposición para hacer frente a esta nueva etapa con la certeza de que saldremos fortalecidos de ella.