ALGO QUE NO HACEMOS EN MÉXICO
ES DETECTAR E IMPULSAR EL TALENTO QUE PUEDE DAR RESULTADOS A LARGO PLAZO
Si alguien
hubiera tenido la fortuna de comprar una acción de Apple en septiembre de 1984,
pocos años después de su colocación en Bolsa, hoy tendría una ganancia de 147
veces.
Esto significa
un rendimiento de 20 por ciento anual sostenido por más de 27 años... pese a
todas las crisis que hubo en esta era.
Y cuando nacía
Apple, no parecía nada atractivo. Es conocido el caso de Ronald Wayne, quien
iba a ser el tercer socio de Apple, además de Jobs y Wozniak, con un 10 por
ciento de la empresa, quien al final se arrepintió de meterle 2 mil 300 dólares
a la empresa que nacía... los que hoy valdrían 2 mil millones.
Otros
inversionistas le hicieron el feo a esa peculiar firma cuya figura prominente
era un hippie irascible y veleidoso.
Hubo otros casos
de posibles socios corporativos que despreciaron a Jobs y su equipo, como un
puñado de soñadores que no tenían los pies sobre la tierra y que buscaban
proyectos irrealizables.
Algunos de los
colaboradores entrevistados para escribir la biografía de Jobs de Walter
Isaakson señalan que frecuentemente la ingenuidad que tenían fue un factor que
les permitió hacer cosas que nunca se habían hecho. "Como nadie nos había
dicho que era imposible hacer lo que pretendíamos, pues entonces lo
hicimos", cuentan.
Resulta que, a
veces, las decisiones que parecen ser estrictamente racionales, como
seguramente las tomaron diversos fondos que decidieron no adquirir acciones de
Apple hace tres décadas, resultan ser incorrectas.
No hay empresas
como Apple que estén apareciendo todos los días. Los empresarios creativos como
Steve Jobs no se cosechan en racimo, pero innovadores siempre hay.
De hecho, si
volteamos la vista a la era de internet, hay corporaciones como Google, que
también nos cambiaron la vida y eso se reflejó en su valor.
En cerca de 8
años y medio, desde que está en bolsa, esta empresa multiplicó su valor en
6.2 veces, lo
que significa una ganancia anual para sus accionistas de 21.7 por ciento.
¿Cómo distinguir
este potencial? ¿Cuándo podemos tener una certeza razonable de que una pequeña
empresa puede despegar y convertirse en una de esas corporaciones que nos
cambian la vida? No sabemos realmente.
Es probable que
por cada Apple o cada Google haya decenas de firmas que pretendieron despegar y
que al final de cuentas ni siquiera subsistieron o se quedaron como pequeñas
empresas.
En cualquier
economía, la única manera de que surjan este tipo de empresas emergentes es
canalizando el espíritu de empresa que existe.
En México, ese
espíritu en buena medida se dispersa en las actividades de la economía
informal.
Más allá de
programas oficiales, no tenemos una cultura en la que se valore la actitud de
emprendimiento y, por tanto, no se construyen los respaldos institucionales
para fomentarlo.
Ocurre algo así
como en la investigación médica: hay que apostar por muchas sustancias para que
una entre mil se convierta en un gran medicamento.
Así,
sólo cuando se piense realmente que alguna pequeña empresa mexicana puede tener
el talento y el potencial de Apple o Google, quizás tendremos la posibilidad de
hacer lo que dicen que no puede realizarse.
enrique.quintana@reforma.com