"Si usted ansía obtener poder, deje de lado ya mismo la sinceridad y aprenda el arte de disimular sus intenciones, a esto se le llama ESTRATEGÍA"
B-06-185
Lo normal tiende a ser visto como "bueno" y, por ende, lo anormal, donde justamente radican lo excepcional y el talento extraordinario, tiende a ser visto como "malo". De ahí que lo raro y lo diferente sean parientes de lo feo, y los originales sean objeto de señalamiento o exclusión.
Las organizaciones, independientemente de su tamaño, tienen activado, usualmente de manera inconsciente, un sistema natural de exclusión que eventualmente se las ingenia para eliminar lo extraordinario del sistema.
El sistema, asociado a la burocracia que se encarga de darle vida cotidiana a una organización, tiene como principio fundamental su subsistencia, no el ser extraordinario, por lo que se aferra a la inercia y a lo que ha funcionado.
Hasta Darwin en su tesis de la evolución de las especies claramente describe la supervivencia del más apto, pero no necesariamente del excepcional: lo que se requiere para sobrevivir no siempre empata con lo extraordinario.
Cuando algo, o alguien, es normal, entendiéndolo como estadísticamente común y frecuente, es bien recibido por todos en función de que finalmente lo normal es "como uno", como debería de ser. Por eso la organización prefiere las ideas de siempre sobre las originales, al igual que personas promedio sobre aquellas con talentos únicos.
De ahí que las empresas estén diseñadas para procurarse ejecutivos promedio, operadores promedio y, como consecuencia necesaria, producen cosas promedio.
El sistema busca controlar al personal, no liberarlo y darle permiso de ser creativo; homologar y estandarizar planes de carrera, no descubrir y empoderar. La misma Ley del Trabajo establece "a puesto igual, salario igual" buscando justicia, aunque sea una justicia de la mediocridad.
Lo excepcional saca por definición al statu quo de su zona de confort e inmediatamente activa los complejos y los mecanismos de defensa en las personas. Por ejemplo, un jefe complicado no puede aceptar sus errores y se siente amenazado en su ego cuando alguien tiene una mejor idea.
El ir contra los "dioses" de la compañía, así como las vacas sagradas, las conversaciones predominantes y los marcos conceptuales donde descansa la operación actual, es bastante complicado.
Y aunque no todo lo excepcional es "bueno" en su sentido literal, frecuentemente lo excepcional se descarta con la excusa de "malo" y las personas extraordinarias son los primeras en la fila para convertirse en ovejas negras y eventualmente en chivos expiatorios.
La innovación requiere de personas y/o enfoques y/o actividades excepcionales que rompen con lo cotidiano y amenazan políticamente a los directivos.
La innovación requiere de componentes heterogéneos y de visiones multifuncionales. Si todos son y piensan igual, el conflicto de fuerzas estabilizadoras (control) y desestabilizadoras (flexibilidad y cambio) difícilmente se logra. Como la electricidad: una organización sin tensión de opuestos ni tironeo de fuerzas es una organización sin energía.
Naturalmente que un exceso de conflicto acaba por minar a una organización, pero la mayoría de los conflictos que observo en las empresas suele ser más de corte político y funcional, que sobre la dinámica de crecimiento organizacional.
En síntesis, y por un lado, una organización requiere de personas "normales" administrando y ejecutando eficientemente la operación y resolviendo lo urgente; por otro lado, requiere de una minoría de irreverentes rasposos, que dicen la verdad y que incomodan al statu quo en aras de la renovación y el crecimiento.