México D.F. a viernes 24 de julio de 2009
B-07-136
“El no querer aprender, ni querer pensar mucho para no cansarnos, delata una inmadurez intelectual de preocupación”.
LA LÓGICA DEL FRACASO
Hace unas semanas me regalé el libro "The Logic of Failure" del alemán Dietrich Dörner. El autor es un psicólogo cognoscitivo. Ellos estudian las diferentes estrategias que seguimos los humanos para resolver problemas. Este campo, también está incluido en lo que se llama ahora "neuro ciencia". Me da gusto saber que el conocimiento formal -que se demuestra con experimentos repetibles- acerca de la manera de cómo pensamos los humanos ha estado avanzando.
En realidad, también una parte del campo de "Teoría de Decisiones" está incluida en esta área de estudio. Pues es posible que una persona emocional tome decisiones poco racionales debido a que el coraje le gana o la ambición lo nublina.
Afortunadamente con el avance de las computadoras, ya es posible realizar muchos experimentos sobre las diferentes estrategias que seguimos las personas para resolver problemas del tipo dinámico. En estos problemas sintéticos, la estrategia seguida va dejando huella, porque con los programas de simulación dinámicos, hacemos correcciones a las soluciones que habíamos dado.
Así nuestras estrategias cognoscitivas para resolver los problemas, se van desarrollando enfrente de nosotros en la computadora y tenemos oportunidad de aprender en el camino. Sin embargo, muchos de nosotros no queremos aprender y no le ponemos atención a las consecuencias de nuestras decisiones y seguimos tercos como mulas, tratando de "atinarle". El no querer aprender, ni querer pensar mucho para no cansarnos, delata una inmadurez intelectual de preocupación.
Ejemplo: hemos visto en México por más de 80 años cómo la propiedad colectiva de la tierra genera muy poca productividad y por lo tanto mucha pobreza. Sin embargo, pensamos que es muy bonito que la tierra sea de toda una comunidad, sin dueños particulares y no queremos observar el desastre. Lo cual nos demuestra nuestra inmadurez intelectual, al permitir que una idea emotiva domine una acción racional.
A partir de estos trabajos de laboratorio, el autor Dietrich Dörner registró lo difícil que nos resulta a los humanos, comprender problemas un poco complejos, pues al intervenir varias variables, y cada una de ellas con diferente relación entre ellas mismas, se nos enreda la madeja de causas y efectos. Entonces al querer resolver algo, pensamos que con pocas medidas drásticas lo logramos, pero no tomamos en cuenta otras consecuencias o posibles medidas contrarias y al final resulta todo peor.
Un jefe de tránsito deseando moderar la velocidad y el ruido de los coches en una avenida, para evitar unas quejas de algunos vecinos, se le ocurrió poner boyas para obstaculizar el paso de los coches. Nunca se imaginó que ahora los coches iban demasiado lentos y por lo tanto: tenían que utilizar la segunda, producían más ruido, algunos se desesperaban y pitaban y el efecto contaminante resultó peor. El resultado fue más vecinos y muchos automovilistas se quejaron al por mayor.
Ante una situación por resolver, el libro recomienda tomarse un poco de tiempo, para observar las variables que intervienen en el asunto. Pero no quedarse ahí, sino empezar a considerar la manera como dichas variables se llevan entre sí. En otras palabras, después de analizar las variables que están por encima, debemos asomarnos a la forma como las variables se afectan unas a otras, por "debajo" del problema que andamos analizando.
Voy a poner un ejemplo que no viene en el libro de Dörner, me refiero al tema de nuestro peso. Después de las fiestas de fin de año, a la mejor traemos unos "kilitos" de más. Es fácil pensar que si nos ponemos a dieta por un par de semanas con eso solucionamos el problema. Sin embargo, pasan las dos semanas y seguimos igual, a pesar de que más o menos seguimos la dieta. ¿Qué pasó?
Pues que solamente quisimos mover una palanca: la dieta. Sin embargo, todo el sistema se desbalanceó. Hubiera sido mejor hacer un poco de ejercicio adicional, descansar más tiempo, tomar más agua, aumentar la fruta, bajarle al alcohol, procurar no comer en restaurantes, leer parado en vez de ver tanta tele, no hablar de comida, no usar el elevador, en fin. La solución se encuentra en muchas variables primarias, secundarias y terciarias y no en dos o tres cosas obvias.
Lo mismo pasa cuando un empresario necesita subir la calidad al mismo tiempo que bajar los costos. Este es un problema donde intervienen muchas variables, unas a favor y otras en contra y cada variable trae su propia red. Lo que sugiere Dörner es que hagamos un mapa y con paciencia veamos todas las palancas que necesitamos mover al mismo tiempo, para mantener el equilibrio, no echar a perder nada de lo que está bien y poco a poco recuperar la flotación y la recuperación de la empresa.
Dirección General
Enrique R. Del Castillo G.M.D.