Las personas tenemos la maravillosa capacidad de transformar todo si así lo queremos, de "CREAR EL MUNDO QUE QUEREMOS VER", decía Schopenhauer.
A este respecto, cómo olvidar en la película LA VIDA ES BELLA, la escena en la que Guido, encerrado con su familia en un campo de concentración, le hace creer a su hijo que el Holocausto es un juego divertido, y que todo lo que el soldado alemán vocifera son las instrucciones para el concurso, cuyo premio es un tanque de guerra.
Viene a mi mente esta historia al PENSAR en lo que hoy pasa por la cabecita de un niño mexicano que percibe por todos los medios a su alrededor, en conversaciones de adultos, en noticieros de radio y televisión, los hechos sumamente violentos que ocurren en nuestro País. Esta inquietud me lleva a cuestionarme: ¿puedo, podemos, hacer algo?
Por mi salud mental y por la de mis hijos y nietos, he optado por seguir LA FILOSOFÍA DE SCHOPENHAUER, quien con su teoría me proporciona una ESPERANZA Y SALIDA. Es decir, podemos ver el mundo que queremos ver y crear, momento a momento, esa realidad que se nos escapa siempre.
De acuerdo con el filósofo del siglo 18, VIVIMOS EN UN MUNDO DE REPRESENTACIÓN. Todo es subjetivo; la realidad depende de la manera en que cada quien interpreta las cosas. Basta escuchar las diversas opiniones entre un grupo de amigos acerca de algo tan intrascendente como una película, u observar las jugarretas que la mente nos hace al tratar de dilucidar si la figura que vemos es un pato o un conejo en uno de esos dibujos con ilusión óptica.
CADA CUAL INTERPRETA EL MUNDO DE ACUERDO CON EL BAGAJE QUE TIENE, tanto genético como de experiencias acumuladas. Cada uno es la ciudad en la que creció, las historias que le contaron, la escuela a la que fue, el ejemplo de familia que tiene, los amigos o maestros que tuvo y demás.
Sería ACERTADO IMAGINARNOS a cada persona a nuestro alrededor con una especie de coladera (de esas que se utilizan en la cocina) sobre la cabeza, con la peculiaridad de que cada una de ellas es diferente. Hay tantas formas y tamaños de coladeras como habitantes en el planeta. Distintos mapas del mismo territorio.
Si sólo comprendiéramos esto, seríamos mucho más tolerantes. Es esta capacidad de interpretar las cosas lo que nos distingue unos de otros y nos humaniza.
Entonces, ¿qué idea de México les quiero regalar a mis hijos? De acuerdo con Schopenhauer, hay dos formas de vivir este mundo de desencanto.
Una opción es contaminar el ambiente familiar convirtiéndonos en voceros de los noticieros y conversar frente a los niños sobre todo lo malo que acontece. O bien, no hablar ni expandir las malas noticias; simplemente crear la magia y escoger regalarles, como Guido a su hijo y en lo posible, un mundo bello.
HABLARLES CON PASIÓN DE ESTE PAÍS, PARA SEMBRAR SUS ENCANTOS EN SU MENTE, referirnos a las tradiciones, a la música, los poetas, a la historia y ¡tantas cosas más!
Pero lo anterior es una irrealidad, podrás argumentar. Sí, pero, como diría SCHOPENHAUER, la realidad es lo de menos. Lo de más es la subjetividad, el cómo queremos ver la vida. Si no hablamos de los decapitados, evitamos las noticias frente a ellos y cuidamos lo que decimos, en lo posible simplemente no existirán.
La palabra personae, del latín, significa "máscara". NUESTRA PERSONALIDAD NO ES MÁS QUE UNA MÁSCARA QUE CUBRE UNA REALIDAD. Qué importa lo que pase en el mundo, lo que importa es cómo lo percibes. Incluso, "ante un problema", afirmaba el filósofo, "DEBES SABER QUE EL PROBLEMA NO EXISTE, LO QUE EXISTE ES CÓMO TOMAS EL PROBLEMA". Tú escoges.
Gaby Vargas
"Si sólo comprendiéramos esto, seríamos mucho más tolerantes. Es esta capacidad de interpretar las cosas lo que nos distingue unos de otros y nos humaniza".