sábado, 18 de febrero de 2012

LA MAGIA DE CONFIAR



ES UNO DE LOS MISTERIOS DE LA VIDA: CUANDO ALGUIEN CONFÍA EN TI, LOS MILAGROS SUCEDEN

"Pero, ¿cómo que mi July sacó 5 de calificación en matemáticas? ¡No puede ser! Seguro se equivocó la maestra; si mi July es muy inteligente".

"Tenía 8 años cuando mi papá, todavía incrédulo, revisó la portada de la boleta para verificar que fueran mías", me platica July.

"No te preocupes mija", le dijo su papá. "Estoy seguro de que es un error y que, para el mes que viene, todo se va a arreglar". Las firmó y la abrazó. Según me cuenta, salió de ahí con una loza en la espalda; no podía fallar.

Hoy, esa Julia Borbolla que nos comparte su experiencia de cuando era niña, es una de las psicólogas más reconocidas del País, con proyectos que cambian la vida a miles de niños a nivel nacional.

Si bien ha sido gracias a su enorme dedicación y esfuerzo, estoy segura de que ese voto de confianza sembró la semilla de saberse capaz. Vaya cosa. Sin este elemento, simplemente deambulamos en estado zombi por el mundo cargando una piedra de potencial.

Cuando alguien te entrega su absoluta confianza con los ojos cerrados, simplemente saca lo mejor de ti, te reafirma; te permite ver capacidades en ti que ni tú mismo conocías. Como si la persona te diera un par de alas para ser como en realidad quieres o sueñas ser.

Además, el beneficio es mutuo: si te elevo, me elevo como persona y se crea una cadena. Dar y recibir confianza te permite abrirte a la vulnerabilidad, lo que significa tener fe en que el otro no te hará daño.

La confianza es sagrada, no hay relación que sobreviva sin ella. Sin embargo, el misterio tira en ambas direcciones, porque si en lugar de regalar confianza a la relación demuestras desconfianza, avientas al otro al vacío.

Sólo que, ojo, porque el impulso te arrastra a ti también, como si amarraras su pie y el tuyo a una misma cuerda. Aprendes a autodevaluarte y a sentir más miedo y desconfianza no sólo de la persona, sino de la vida misma.

Recuerda que las profecías suelen cumplirse: "A pesar de que le he demostrado mi fidelidad, sigo siendo objeto de desconfianza constante. Entonces, ¿para qué esforzarme?". Así, lo que más temías se vuelve realidad.

En cada relación, no importa si es con un niño o un adulto, enseñamos ya sea el miedo o el amor. La confianza es un derivado del amor, es el pilar de la autoestima y el pegamento de cualquier relación, tanto en la vida de pareja como entre padre e hijo, entre amigos o hermanos aun en las situaciones más adversas o retadoras.


NO HAY TERRENO INTERMEDIO

En una relación, o contribuyes o contaminas. Si como pareja decidimos comprometernos con el otro, construimos ladrillo a ladrillo la confianza mutua. Es la congruencia la que genera confianza y, con ella, la relación se convierte en un edén. Es por eso que mi integridad, integra; cada acto o palabra tienen que estar alineados con esa decisión.

Cuando hay congruencia entre lo que se piensa, se hace y se dice, la integridad engendra una hija llamada "credibilidad". Y en la relación de pareja no hay nada más honroso y comprometedor que saberse depositario de ella.

Por el contrario, mi falta de integridad desintegra no sólo mi relación de pareja sino a una familia, a una empresa o a un país. Sin la mutua confianza, al primer vendaval la relación se tambalea o se quiebra; sin contar que, cuando uno de los dos desconfía del otro, cambia el balance de la ecuación completa.

Para exigir confianza hay que ser confiable. Sólo tú eres responsable de lo que haces y eres causa de ti mismo. Por todo esto es tan importante que si tienes hijos, les hagas saber que confías por completo en ellos.

"Cuando alguien te entrega su absoluta confianza con los ojos cerrados, simplemente saca lo mejor  de ti, te reafirma; te permite ver capacidades en ti que ni tú mismo conocías".

GABY VARGAS

martes, 14 de febrero de 2012

PARA APROVECHAR LAS CRISIS





ENRIQUE QUINTANA
           
No hay una sola crisis que no sea oportunidad. Cuando se sobrevive a ellas, se puede regresar con más fortaleza para la siguiente etapa de crecimiento.

Le sugiero cuatro acciones para darnos viabilidad económica y financiera de largo plazo.

1.- Hay que revisar la estructura de nuestros costos y de nuestros gastos.

Las dificultades financieras que trae consigo una crisis nos empuja a ver con otros ojos gastos que en circunstancias normales veríamos como inamovibles. De golpe nos damos cuenta de que asignamos recursos a usos que son prescindibles completamente y que en realidad nos aportan poco, si se trata de un gasto personal o generan escaso valor al tratarse de una empresa.

A escala de las economías nacionales, es en estos momentos cuando hay oportunidad de revisar la forma de administrar el gasto público. Por ejemplo, en México sería muy sano revisar los esquemas de otorgamiento de subsidios a gasolinas y combustibles, que son escandalosos por sus dimensiones y por la inequidad que implica su otorgamiento.

2.- ¿Estamos en el mercado y lugar adecuados?

La comodidad que implica hacer lo mismo por mucho tiempo nos hace perder de vista oportunidades para ser más productivos y más rentables. Si se cae un mercado, como seguramente va a ocurrir con las exportaciones de manufacturas hacia los países desarrollados, seguramente vamos a tener que voltear hacia las naciones emergentes. Si el producto o servicio que genera nuestra empresa no tiene suficiente demanda, seguramente nos vamos a ver obligados a explorar la posibilidad de hacer algo más. O si en lo personal, nuestra contribución ya no genera el valor que producía en el pasado, revisaremos nuestras rutinas, destrezas, habilidades y, eventualmente, nos obligaremos a volvernos más productivos.

Somos propensos a la comodidad, por lo que a veces requerimos que llegue una crisis para salir de ella.

3.- ¿Nos hemos preparado para sortear eficazmente una etapa complicada?

Cuando ocurre un desastre natural, hay una fiebre de medidas preventivas. Si es un temblor, revisamos las construcciones; hacemos simulacros para actuar correctamente en el momento; se revisan los dispositivos de protección civil, etc.

Los desastres económicos son más predecibles que los naturales, pero a veces omitimos por completo medidas de protección. Hoy, muchos bancos son sometidos a pruebas de estrés en las que se mide la capacidad para sobrevivir ante condiciones financieras críticas.

Vale la pena hacer lo propio en nuestros negocios y en nuestros hogares para determinar qué haremos si la situación económica se complica.

4.- ¿Tenemos el empuje moral que requieren los tiempos malos?

No se trata sólo de medidas económicas, sino de la energía, talento, coraje y templanza que se necesitan para sobrevivir a las tormentas. Las que vivimos recientemente, o nos debilitaron o nos fortalecieron. Quizás es más pronto que en otros ciclos económicos, pero sortear de nueva cuenta los malos tiempos que probablemente vengan requiere que tengamos la disposición para hacer frente a esta nueva etapa con la certeza de que saldremos fortalecidos de ella.

sábado, 4 de febrero de 2012

LA TRAICIÓN Y EL PERDÓN



Nadie entiende lo que es la traición hasta que la vive. Duele mucho, en especial, si viene de un ser querido o de un amigo en quien has depositado toda tu confianza.

Después de regresar de un largo entrenamiento en Estados Unidos en asesoría de imagen, decidí capacitar a tres amigas para que me ayudaran con la demanda que tenía para impartir clases sobre imagen personal. Empresas, bancos, políticos, vendedores, jefes o amas de casa encontraban en nuestro trabajo una forma de superación personal.

No sólo compartí con ellas todo lo que sabía y había aprendido durante años, sino que confié en que formaríamos un muy buen equipo.

Un día, una empresa nos solicitó una cotización de una serie de conferencias para todo su personal. Al poco tiempo, me enteré por casualidad (siempre sucede) que una de mis amigas había ofrecido dar dicha capacitación por su cuenta y a la mitad de precio.

Sentí una puñalada en el estómago. Hablé con ella con la firme convicción de separarla del equipo. Me convenció de que lo hacía por necesidad; y, como en lo personal he sido testigo de que los milagros suceden cuando alguien cree en ti, la perdoné.

Más, al poco tiempo, me enteré de que volvió a traicionarme. Me dolió darme cuenta de que gracias a este hecho, mi confianza en la humanidad se quebrantaba. Se me quitó lo inocente.

Tuvo que pasar un tiempo para que lograra olvidar el agravio. Nunca más la volví a ver; hasta que un día, decidí sacar la traición de mi sistema. El día en que pude recordar el suceso sin que el alma se me encogiera, me di cuenta de que la había perdonado; me sentí libre, ligera y en paz.

El rencor y el resentimiento enferman no sólo el alma sino el cuerpo también. De hecho, son de los venenos más agresivos que hay. Resentir es volver a sentir una y otra vez el mismo agravio como si fuera la primera vez. Esa energía negativa es como estar en una mecedora y creer que, al balancearnos insistentemente, lograremos dirigirnos a algún lado, cuando lo cierto es que estamos más estancados que nunca.

Los eventos dolorosos, como la traición, la separación o el desamor son suficientes para tentar a cualquiera a cerrarle la puerta a la vida. Nadie nos contó lo que vivir podía doler. Y, sin embargo, si cerramos la puerta nos encerramos y nos sofocamos con la amargura.

Por el contrario, si nos abrimos, eventualmente la vida nos permite escoger mejor y nos brinda las oportunidades para hacerlo.

Con el tiempo te das cuenta de que para perdonar no se requiere hablar directamente con la persona que causó el agravio, no se requiere tomar un curso, como tampoco aprender ninguna técnica; sólo se necesita tener voluntad. La capacidad de perdonar está integrada a nuestra naturaleza, y cuando nos decidimos a abrirle camino, simplemente se da.

El perdón no es para todos. Es sólo para quienes lo reconocen y en verdad quieren vivir en absoluta paz y libertad; para quienes deciden dejar de vivir en el pasado y disfrutar el presente; para quienes deciden avanzar a pesar de sí mismos, de lo que su ego aconseja, de sus propios temores e ideas equivocadas; o bien, a pesar de que otros le aconsejen lo contrario. Con el perdón, quien gana eres tú. Nada más.

Todos los regalos que el resentimiento y el rencor te roban, te los das al perdonar. Al perdonar dejas al pasado en donde debe estar: en el pasado.

Te invito a cerrar este año con saldo blanco en cuanto a tus cuentas por cobrar. Escribe lo que te envenena en un papel y quémalo. Disponte a iniciar en nuevo año con la mejor receta para ser feliz: perdona.


"La capacidad de perdonar está integrada a nuestra naturaleza, y cuando nos decidimos a abrirle camino, simplemente se da".

GABY VARGAS