Fui feliz e hice felices a los demás. Viví lo mejor que pude con lo
que la vida me dio. ¿Te imaginas, querido lector, poder decir eso en tus
últimos días? Esa sería la verdadera meta a lograr. No hay más.
Llamó mi atención el título del libro, cuya traducción en español
sería: "Las Cinco Cosas de las que más se Arrepienten los
Moribundos", escrito por Bronnie Ware, una compositora australiana que
trabajó años como enfermera en el área de "cuidados paliativos", cuyo
trabajo consistía en acompañar a aquellos pacientes terminales que los médicos
enviaban a morir a su casa durante sus últimas semanas de vida.
El número de pacientes que atendió le permitió ver que hay una
constante en el tipo de reflexiones que las personas se hacen al ver que el fin
se acerca. Sirva pues, esta información para disminuir nuestros posibles
motivos de arrepentimiento.
1. Me hubiera
gustado tener el valor de ser fiel a mí mismo, en lugar de vivir como otros
esperaban que lo hiciera.
"¿Por qué permití que otros me gobernaran?". Este reclamo
fue el que más escuchó entre sus pacientes. Cuando las personas veían que el
término de su vida se acercaba, miraban con claridad y frustración la cantidad
de sueños que por temor no realizaron.
La mayoría de sus pacientes ni siquiera había cumplido con la mitad de
sus sueños. Grace, una de ellas, le hizo prometer algo que a todos nos vendría
bien: "Prométele a esta moribunda mujer que siempre serás fiel a ti misma.
Que tendrás el valor de vivir como tú quieras, sin importar lo que otros opinen
de ti".
2. Me hubiera
gustado no haber trabajado tanto.
"Trabajé tan duro toda mi vida -le comentó John- que heme aquí,
soy un moribundo solo. Y lo peor es que lo he sido durante muchos años".
La obsesión por trabajar ocasionó rupturas permanentes en su familia. Ware
comenta que si bien escuchaba este reclamo en algunas mujeres, todos sus
pacientes masculinos lo repetían. Extrañaban profundamente la juventud de sus
hijos y la compañía de una pareja de vida.
3. Me hubiera
gustado tener el coraje de expresar mis sentimientos.
"Mis hijos no me conocen. Admito que no sé cómo hablar de lo que
verdaderamente siento...", comentaba su paciente Jozsef, mientras le
escurría una lágrima por la mejilla. Con esta experiencia Ware confirmaba lo
común que es reprimir nuestros sentimientos, con el fin de vivir "en
paz". Como resultado, terminamos por vivir una vida mediocre, sin
aprovechar todo nuestro potencial. La frustración y el resentimiento provocados
por vivir así nos enferma.
4. ME HUBIERA
GUSTADO TENER MÁS CONTACTO CON MIS AMIGOS.
"La soledad te mata -le comentó Doris-, tengo hambre de contacto
físico. Extraño a mis amigas. Cuando eres joven piensas que ellas estarán
contigo para siempre, pero la vida te lleva y encuentras que no tienes a nadie
que te comprenda o conozca tu historia". Todos extrañan a sus amigos
cuando están muriendo, comenta Ware, y se lamentan por no haberles dedicado más
tiempo. Al final, el amor y las relaciones es lo único que importa.
5. ME HUBIERA
PERMITIDO SER MÁS FELIZ.
Esto es sorpresivamente común. Muchos no se dan cuenta de que la
felicidad es una opción, sino hasta el final de sus vidas. "Creo que nunca
sentí que merecía ser feliz", le comentó otra de sus pacientes. Ella se
había estancado como muchos en patrones y hábitos familiares. En el fondo,
todos anhelaban haber reído más y haber vivido de manera más ligera.
Todos vamos a
morir, pero mientras tanto, estas reflexiones nos recuerdan que también todos
tenemos la opción de decidir cómo hacerlo.
GABY
VARGAS