martes, 16 de junio de 2009

El Fracaso de un Triunfador



México D.F., a miércoles 17 de junio de 2009
B-06-112


“Mi “padre rico”, no lo era debido a la cantidad de dinero que ganaba-que era importante-, sino debido A SUS GRANDES IDEAS Y ACCIONES”.

LIBRAN FEBRIL LUCHA POR CONSERVAR EL FRACASO DE UN VISIONARIO

Nota: Vean la página Web del museo virtual de Nikola Tesla. En la actualidad ya se encontró la tecnología para que la energía eléctrica sea "tomada" directamente de la atmósfera, como lo había planeado Nikola Tesla, vean las investigaciones de la Universidad de Harvard.

William J. Broad. En 1901, Nikola Tesla comenzó a trabajar en un sistema global de torres gigantes cuyo propósito era transmitir, a través del aire, no sólo noticias, reportes bursátiles y hasta imágenes, sino también, sin saberlo inversionistas como J. Pierpont Morgan, electricidad gratuita para todos.

Fue el proyecto más grande de este inventor, y el más audaz.

La primera torre se elevaba en el Long Island rural, alrededor de 100 kilómetros al este de la Ciudad de Nueva York. Para 1903, medía más de 18 pisos de altura. Una noche de verano, emitió un estruendo sordo y procedió a arrojar rayos de electricidad al cielo.

Sin embargo, el sistema falló por falta de dinero, y al menos parcialmente por viabilidad científica. Tesla nunca terminó su torre prototipo y fue obligado a abandonar su laboratorio contiguo.

Hoy, un pleito se yergue sobre los fantasmagóricos restos de ese lugar, llamado Wardenclyffe, que los expertos en Tesla llaman el único lugar de trabajo que sobrevive del genio excéntrico que fue el pionero en la comunicación inalámbrica y la corriente alterna.

Un grupo científico de Long Island quiere convertir al sitio en un centro educativo y museo de Tesla, y espera lograr que el terreno sea donado. Sin embargo, su propietaria, la Agfa Corporation, afirma que tiene que vender la propiedad para recaudar dinero en tiempos económicos difíciles. El agente de bienes raíces de la compañía dice que el terreno, cotizado en 1.6 millones de dólares, puede "ser entregado completamente despejado y nivelado", cosa que ha alarmado a los conservacionistas.

"Es sumamente importante proteger este sitio", dijo Marc J. Seifer, autor de "Wizard", biografía de Tesla. "Él es un ícono. Representa lo que se supone que los humanos deben hacer: honrar a la naturaleza al tiempo que usan la alta tecnología para explotar sus poderes".

En Long Island, los fanáticos de Tesla juran que obtendrán el terreno, diciendo que salvar un símbolo de los logros de Tesla ayudaría a devolver al visionario a su lugar legítimo como arquitecto de la era moderna.

"Gran parte de su trabajo estaba muy adelantado a su época", dijo Jane Alcorn, presidenta del Tesla Science Center, grupo privado en Shoreham, Nueva York, que se propone adquirir Wardenclyffe.

Ljubo Vujovic, presidente de la Tesla Memorial Society of New York, dijo que destruir el antiguo laboratorio "sería algo terrible para Estados Unidos y el mundo. Es parte de la historia".

Tesla se entusiasmó por el colosal proyecto a los 44 años, mientras vivía en la Ciudad de Nueva York. Se había vuelto célebre por sus inventos de motores y sistemas de distribución de energía que usaban la forma de electricidad conocida como corriente alterna, que le ganó la partida a la corriente directa (y a Thomas Edison) para electrificar al mundo.

Sus patentes lo hicieron rico, al menos durante un tiempo.

Alrededor de 1900, mientras Tesla planeaba lo que se convertiría en Wardenclyffe, los inventores de todo el mundo se apresuraban a lograr lo que era considerado el próximo gran invento: la comunicación inalámbrica. El plan de Tesla era convertir la corriente alterna en ondas electromagnéticas proyectadas desde antenas a receptores distantes. Eso es básicamente lo que es la transmisión de radio. Sin embargo, la escala de su visión era gigantesca y eclipsaba a la de cualquier rival.

Los inversionistas, en vista de los logros eléctricos de Tesla, le prestaron atención. El más grande fue J. Pierpont Morgan, un importante financiero, quien invirtió 150 mil dólares (el equivalente a más de tres millones de hoy) en la empresa inalámbrica global de Tesla.

El golpe cayó el 12 de diciembre de 1901. Ese día, Marconi logró enviar señales de radio de un lado a otro del Atlántico, acabando con las esperanzas de Tesla de obtener la gloria pionera.

Morgan quedó desilusionado y rechazó la solicitud de Tesla de más dinero. Desesperado, el inventor sacó lo que consideraba su as bajo la manga. Las torres transmitirían no sólo información a todo el mundo, escribió al financiero en julio de 1903, sino también energía eléctrica.

"No estoy dispuesto a prestar más", respondió Morgan.

Fue entonces que Tesla, económica y emocionalmente herido, encendió la torre por primera y última vez.

Dirección General
Enrique R. Del Castillo G.M.D.


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