martes, 2 de junio de 2009

El Próximo Supercerebro


México D.F., a martes 2 de junio de 2009
B-06-99

“Los ejércitos que parecen tener ventaja en dinero, recursos y potencia de fuego; tienden a ser predecibles. Al depender de su equipo, no del conocimiento y la estrategia, se desmadejan mentalmente. Cuando surgen problemas, su solución, es; acumular más de lo que ya tienen. Cuando tienes menos; ERES NATURALMENTE MAS INVERTIVO, CREATIVO Y SABES SACAR VENTAJA SOBRE TUS ENEMIGOS, APRENDES MAS, SERAS MAS ADAPTABLE Y LOS BURLARAS. Imposibilitado de desperdiciar tus limitados recursos, los usaras bien. ¡El Tiempo Será tu Aliado!”.

EL PRÓXIMO SUPERCEREBRO

John Markoff. Inteligencia artificial recupera su encanto. La idea de que un sistema computacional consciente de sí mismo surgiría espontáneamente de las interconexiones de miles de millones de computadoras y redes se remonta a la ciencia ficción, al menos al libro "Dial F for Frankenstein", de Arthur C. Clarke. Un cuento profético publicado en 1961 que predijo una red telefónica cada vez más interconectada que actúa de manera espontánea como un bebé recién nacido y lleva al caos global, al tiempo que se apodera de los sistemas militares, financieros y de transporte.

Hoy en día, la inteligencia artificial, antes propiedad exclusiva de autores de ciencia ficción y prodigios excéntricos de la computación, está de nuevo en boga y llama seriamente la atención de la NASA y de compañías del Valle del Silicio como Google, así como de una nueva serie de empresas de arranque que diseñan todo, desde motores de búsqueda de la siguiente generación, hasta máquinas que escuchan o son capaces de recorrer el mundo. La nueva respetabilidad de la inteligencia artificial devuelve al primer plano a la interrogante de a dónde podría dirigirse la tecnología y, más inquietantemente quizá, si la inteligencia computacional superará a la nuestra y qué tan rápido.

El concepto de computadoras ultrainteligentes (máquinas con "inteligencia superior a la humana") fue llamado "La Singularidad" en un documento de 1993 de Vernor Vinge, escritor de ciencia ficción y científico computacional. Él argumentaba que la aceleración del proceso tecnológico había llevado "al borde del cambio comparable con el surgimiento de la vida humana en la Tierra". Esta tesis ha tocado una fibra sensible en el Valle del Silicio.

La inteligencia artificial ya se utiliza para automatizar y reemplazar algunas funciones humanas con máquinas operadas por computadoras. Dichas máquinas pueden ver y escuchar, responder preguntas, aprender, sacar deducciones y resolver problemas. Sin embargo, para los seguidores de la singularidad, la inteligencia artificial se refiere a las máquinas que en su inteligencia serán tanto conscientes de sí mismas como superhumanas, y capaces de diseñar mejores computadoras y robots más rápidos que los de hoy en día. Ese cambio daría lugar a una enorme aceleración en las mejoras tecnológicas de todo tipo.

La idea no es sólo terreno de los autores de ciencia ficción; una generación de hackers, ingenieros y programadores computacionales ha llegado a creer profundamente en la noción del cambio tecnológico exponencial como lo explicó Gordon Moore, cofundador del fabricante de microprocesadores Intel.

En 1965, Moore describió por primera vez la repetida duplicación del número de transistores en los chips de silicio con cada nueva generación tecnológica, lo que llevaba a una aceleración en el poder de computación. Desde entonces "la Ley de Moore", una descripción de la velocidad del cambio industrial, ha llegado a personificar una industria que vive en la época de Internet, donde la Siguiente Gran Novedad siempre está a la vuelta de la esquina.

Hace varios años, Raymond Kurzweil, pionero de la inteligencia artificial, llevó la idea un paso más allá en su libro "The Singularity Is Near: When Humans Transcend Biology" (2005). Buscaba expandir la Ley de Moore para abarcar más que sólo el poder de procesamiento y predecir simultáneamente con gran precisión la llegada de la evolución posthumana, que dijo que ocurriría en el 2045.

Según Kurzweil, el rápido aumento del poder de computación junto con los humanos cyborg llegaría a un punto en que la inteligencia de la máquina no sólo superaría a la humana, sino que se apoderaría del proceso de invención con consecuencias impredecibles.

Ken Mac-Leod, autor de ciencia ficción, describió la idea de la singularidad como "el éxtasis de los nerds". Kevin Kelly, editor de la revista Wired, señala: "Las personas que predicen un futuro muy utópico siempre predicen que ocurrirá antes de que mueran".

Sin embargo, el mismo Kelly no se ha abstenido de especular respecto a dónde se dirigen las comunicaciones y la computación. Está trabajando en su propio libro "The Technium", que prevé el surgimiento de un cerebro global, la idea de que algún día las computadoras interconectadas del planeta podrían actuar de manera coordinada y quizá mostrar inteligencia.

Otros que han observado el creciente poder de la computación son incluso menos optimistas sobre el resultado futuro. William Joy, diseñador de computadoras y capitalista de riesgo, por ejemplo, escribió un ensayo pesimista en la revista Wired, en el 2000, que argumentaba que es más probable que los humanos se destruyan entre sí con su tecnología, que crear una utopía. Joy, cofundador de Sun Microsystems, aún cree eso.

Además, hay un acalorado debate con respecto a si estas máquinas podrían ser las "máquinas de gracia amorosa" del poema de Richard Brautigan, o algo mucho más siniestro, del tipo de "Terminator".

"Me parece que el debate sobre si debemos construir estos intelectos artificiales se convierte en la interrogante política dominante del siglo", dijo Hugo de Garis, investigador de inteligencia artificial, autor de "The Artilect War", que señala que el debate probablemente terminará en guerra mundial.

Preocupado por el mismo resultado potencial, Eliezer S. Yudkowsky, investigador y empleado del Instituto Singularidad, ha propuesto la idea de "inteligencia artificial amigable", una disciplina ingenieril que buscaría asegurar que las futuras máquinas sigan siendo nuestros sirvientes o iguales en vez de nuestros amos.

Dirección General
Enrique R. Del Castillo G.M.D.


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