viernes, 9 de julio de 2010

¿PUEDE CONFIAR EN ÉL? SUS HORMONAS DECIDEN


CIENCIA Y TECNOLOGÍA. Hormona genera escepticismo en momentos clave

El pegamento que une a la sociedad humana es la confianza. Sin embargo, es probable que la gente que confía demasiado en otros sea engañada. Ahora parece que tanto la confianza como la desconfianza están influidas por hormonas que pueden inducir a la gente a incrementar o disminuir su sentimiento de confianza.


 El aspecto de la confianza está mediado por una hormona cerebral llamada oxitocina. Un suave contacto o una caricia envían una pulsación de oxitocina al torrente sanguíneo de una persona. En el 2005, investigadores suizos descubrieron que un chorrito de oxitocina hacía que los participantes en un juego de inversiones estuvieran más dispuestos a entregar su dinero a extraños.

Podría parecer raro que exista una influencia hormonal en un cálculo tan delicado sobre si se puede confiar en alguien. Pero quizá la confianza es tan importante para la supervivencia de una sociedad que la selección natural ha generado una base hormonal para ello.

En todo caso, la confianza tiene una desventaja: uno podría podría entregarle demasiado dinero a alguien que le promete generar rendimientos continuos. Se necesita un antídoto para la oxitocina que logre que una persona reprima esos sentimientos cálidos y agradables en las circunstancias adecuadas.

Los investigadores de la Universidad de Utrecht, en Holanda, reportan haber identificado este antídoto: se trata de la testosterona. Administraron a mujeres jóvenes una dosis de la hormona mediante una gota debajo de la lengua, después les pidieron que juzgaran la confianza que les inspiraba una serie de fotografías de rostros de varones. Las mujeres se sintieron considerablemente menos inclinadas a confiar en un rostro cuando se les dio testosterona que cuando se les administró un placebo, reportó el equipo holandés, el mes pasado.

Sin embargo, este efecto de alerta no fue igual para todas las participantes. A las mujeres que de todas maneras eran más incrédulas, según se determinó por la prueba con placebo, casi no les afectó la testosterona. Fue la actitud de las mujeres confiadas la que cambió más con la hormona como si la selección natural hubiera desarrollado el sistema para aquellas más necesitadas de protección.

"La testosterona disminuye la confianza interpersonal y lo hace de una forma aparentemente adaptativa", concluyen los investigadores.

Marc Hauser, biólogo evolutivo de la Universidad de Harvard, dijo que el nuevo hallazgo era "muy significativo" y abría la puerta al estudio de mecanismos que guían la confianza, las relaciones sociales y un sentido de justicia, así como las fuentes de variación entre personas.

Se sabe por otros estudios que la testosterona realza la libido femenina, y la producción de la hormona alcanza su nivel máximo justo antes de la ovulación. Desde una perspectiva evolutiva, parece natural que una mujer esté más interesada en el sexo cuando tiene más probabilidades de concebir. Pero, ¿cómo encaja en todo esto la propiedad de la hormona para realzar la desconfianza?

"Un escepticismo reforzado respecto a la confiabilidad de una pareja potencial también tiene sentido evolutivo en casos donde el apoyo continuo de un padre de familia es crucial para la supervivencia del bebé", escriben Ryan T. Johnson y S. Marc Breedlove, de la Universidad de Michigan, en un comentario.

Así que, caballeros, ya sabían que las mujeres eran complicadas, pero es peor de lo que pensaban: el momento en que son más deseados es cuando son menos dignos de fiar.                            
           

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