David Pogue
El miércoles por la noche, Apple dio a conocer la noticia de que Steve Jobs había muerto.
Desde ese momento, han llovido tributos, elogios y retrospectivas en todo el mundo. Jobs cambió industrias, redefinió modelos de negocios, fusionó arte y tecnología. La gente lo está comparando con Thomas Edison, Walt Disney y Leonardo da Vinci. Y dicen que pasará mucho tiempo antes de que el mundo vuelva a ver a alguien como Steve Jobs.
PROBABLEMENTE SEA CIERTO. PERO, ¿POR QUÉ LO SUPONEN?
Después de todo, hay otros mercadotecnistas, diseñadores y empresarios brillantes. Los hay en todo el Valle de Silicio y en todo el mundo. Muchos de ellos, quizá la mayoría, han estudiado a Jobs, tratado de absorber sus métodos y su filosofía. Sin duda, si estudian minuciosamente el "libro de jugadas" de Jobs el tiempo suficiente, pueden re-crear algo de su éxito.
Pero nadie lo hace jamás, ni siquiera cuando copian todos los movimientos de Jobs hasta el último mínimo gesto. ¿Por qué no?
Se trata de un tipo que nunca terminó la universidad, nunca asistió a una escuela de negocios, nunca trabajó para nadie más ni un sólo día de su vida adulta. Entonces, ¿cómo se convirtió en el visionario que cambió todos los negocios que tocaba? En realidad, siempre nos ha dado pistas. ¿Recuerdan la campaña publicitaria "Piensa Diferente" que introdujo al regresar a Apple, en 1997?
"Va por los locos. Los rebeldes. Los alborotadores. Los que ven las cosas de manera diferente. Mientras que algunos podrán verlos como los locos, nosotros los vemos como genios".
EN OTRAS PALABRAS, LA HISTORIA DE STEVE JOBS SE REDUCE A ESTO: NO SIGAN LA CORRIENTE
Jobs se negó a seguir la corriente. Si veía algo que podía hacerse mejor, más inteligente o más hermoso, nada más importaba. Ni la política interna, ni los convencionalismos económicos, ni los buenos modales.
Apple ha logrado sus actuales e impresionantes niveles de influencia y éxito porque es una compañía ágil, está increíblemente enfocada y ha tenido impresionantemente pocos fracasos.
Y eso es porque Jobs no creyó en los grupos de enfoque, el pensamiento de grupo ni en las decisiones tomadas por un comité. En su esencia, Apple existió para ejecutar las visiones que estaban en el cerebro de Jobs. Supervisaba cada botón, cada rincón, cada sonido. Pasaba noches en vela pensando en la tipografía de los menús, el cartón del empaque, el color del cable de energía.
ASÍ SIMPLEMENTE NO ES COMO SE HACEN LAS COSAS
Con frecuencia, su enfoque láser hacía caso omiso del sentido común más obvio. Quería abrir una cadena de tiendas al menudeo -después de que el fracaso de la cadena Gateway claramente había demostrado que el concepto estaba destinado al fracaso.
Quería vender un smartphone que no tuviera teclado, cuando las teclas físicas eran precisamente lo que habían convertido al BlackBerry en el smartphone más popular en ese entonces.
Una y otra vez, nos quitó aquello con lo que nos sentíamos cómodos. Nos quitó los drives de diskettes, los módems telefónicos, los enchufes de las cámaras de video, las pantallas no brillantes, la plataforma Flash, los drives de DVD, las baterías desmontables de las laptops.
¿Cómo pudo hacer eso? ¡Se supone que agregas características, no las quitas, Steve! ¡Eso simplemente no se hace!
(Con frecuencia, yo era uno de los rezongones. Y con frecuencia, tenía noticias de Jobs. Me llamaba a casa, o cuando estaba cenando fuera, o cuando estaba de vacaciones con mi familia. Y me reprendía por no ver su panorama más grande. Por otra parte, a veces me llamaba para elogiarme por apreciar lo que se proponía. ¿Un director general llamándole a un crítico a su casa? Eso simplemente no se hace).
A la larga, por supuesto, la mayoría de la gente se daba cuenta de que él simplemente estaba haciendo lo típico de Steve Jobs: adelantarse a su época.
De hecho, con el tiempo, la sociedad adoptó un ciclo de reacción a Apple que se volvió tan predecible que pudo haber sido un sketch de Saturday Night Live.
PRIMER ACTO: JOBS SUBE AL ESCENARIO PARA PRESENTAR UN PRODUCTO NUEVO
Segundo acto: Los bloggers tecnológicos lo hacen pedazos. ("¡El iPad no tiene ratón, ni teclado, ni GPS, ni USB, ni ranura de tarjeta, ni cámara, ni Flash! ¡Es un fracaso antes de salir a la venta!").
Tercer acto: El producto sale a la venta, el público se vuelve loco por él, hace largas filas para comprarlo y las aves de mal agüero parecen desaparecer de la faz de la tierra.
Cuarto acto: El resto de la industria mete el acelerador para tratar de emular lo la tecnología de Apple y el éxito que tuvo.
Y sí, hay otros genios. Hay otros mercadotecnistas, diseñadores y empresarios brillantes. Quizás una o dos veces en 1 millón, esas habilidades incluso coinciden en la misma persona.
Pero ¿tendrá también esa persona la visión? El nombre "Steve Jobs" quizás aparezca en 300 patentes, pero su talento no era la invención. Era ver la promesa en alguna tecnología bromosa inicial -y pulirla, refinarla y simplificarla hasta que se convirtiera en un componente estándar. Como el ratón, los menús, las ventanas, el CD-ROM o el Wi-Fi.
Incluso en Apple, ¿hay alguien con la imaginación para sacar de la nada visiones brillantes, previamente inimaginables -y con la convicción para llevarlas a cabo con una atención monomaníaca al detalle?
Supongamos que lo hubiera. Supongamos, por algún milagro, que algún chico en una cochera, en alguna parte, en este momento, posee las habilidades de mercadotecnia, inventiva, empresariales y de diseño de un Steve Jobs. ¿Cuáles son las probabilidades de que esa misma persona se sentirá lo suficientemente cómoda -o quizá suficientemente incómoda- para nadar contra la corriente de las normas sociales, económicas y tecnológicas, todo en busca de una visión inquebrantable?
CERO. LAS PROBABILIDADES SON NULAS
Jobs se ha ido. Todos los que lo conocieron sienten ese pesar. Pero la reacción a esa pérdida se extenderá en los días, semanas y años por venir: a la gente de las industrias que él cambió. A sus cientos de millones de clientes. Y a los miles de millones de personas tocadas más indirectamente por los cambios más grandes que Jobs provocó, aunque no estén conscientes de ello.
En el 2005, Jobs dio el discurso en la ceremonia de graduación de la Universidad de Stanford. Les contó el secreto que lo definió en toda acción, toda decisión y toda creación de su vida trágicamente inconclusa:
"Su tiempo es limitado, así que no lo desperdicien viviendo la vida de alguien más. Que no los atrape el dogma, que es vivir con los resultados del pensamiento de otras personas. No permitan que el ruido de las opiniones de otros ahogue su voz interior. Y lo más importante: tengan el valor para seguir su corazón y su intuición. Éstos, de alguna manera, ya saben lo que ustedes quieren llegar a ser verdaderamente. Todo lo demás, es secundario".
Traducción: Patricia González
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