México D.F. a viernes 1 de mayo de 2009
B-05-67
“La triste verdad es que no es suficiente tener un “gran talento”. Constantemente he observado para mi asombro, lo “poco que ganan” aquellos que se consideran ser gente de gran talento”.
Bill Gates padre cuenta la historia de cómo un muchacho testarudo se transformó en el fundador de Microsoft y en su futuro empleador.
Robert A. Guth. Seattle. Cualquiera que pase un rato con la familia de Bill Gates acaba por escuchar la anécdota del incidente del agua.
El futuro magnate del software era un niño testarudo de 12 años y estaba discutiendo con su madre durante la cena. Cuando se le agotó la paciencia, su padre le tiró un vaso de agua a la cara. "Gracias por la ducha", espetó el joven Gates.
Esta historia sobrevive en el baúl de los recuerdos de los Gates no sólo por su fuerte carga dramática, sino también porque fue una de las pocas veces en que Bill Gates padre perdió los estribos. La pelea presagió un momento decisivo en la vida del tempestuoso muchacho que lo puso en camino a convertirse en el Bill Gates que el mundo conocería luego como el cofundador de Microsoft Corp. y el hombre más rico del mundo.
Detrás del ascenso de Bill Gates está la historia de su padre, el otro Bill Gates. Cuando fue evidente que su hijo se había hecho adulto de la noche a la mañana, su padre adoptó el papel de consejero, ayudándolo a sobrevivir en el feroz mundo de los negocios. Cuando la riqueza puso al joven Gates bajo mayor presión, el padre volvió a intervenir para fundar la que ahora es la mayor organización benéfica del mundo.
Bill Gates padre, de 83 años, es el copresidente de la junta de la Fundación Bill & Melinda Gates, que gestiona unos US$30.000 millones en fondos. No le gusta ser el centro de atención. Los detalles públicos de su vida se limitan prácticamente a la biografía oficial que figura en la fundación, donde dice que ejerció como abogado en Seattle, que es un veterano de la Segunda Guerra Mundial, que participa como voluntario en organizaciones de caridad y que tiene tres hijos. Ahora, ha compilado sus memorias en un pequeño libro, Showing up for life (algo así como Hacer acto de presencia en la vida), que fue publicado en Estados Unidos el 28 de abril.
En entrevistas con The Wall Street Journal, Bill Gates padre, Bill Gates hijo y otros miembros de la familia compartieron por primera vez muchos de los detalles que dejan entrever cómo las fuerzas en colisión de la disciplina y la libertad dieron forma al carácter del emprendedor.
La relación entre padre e hijo entró en una nueva fase luego de que el magnate empezara a trabajar, hace siete meses, a tiempo completo en la Fundación Gates. En los últimos 13 años, el padre era el único miembro de la familia que trabajaba a diario en la fundación.
Con sus casi dos metros de estatura, Gates padre le saca casi una cabeza a su hijo. Es conocido por ser más social que él, aunque ambos comparten una gran agudeza intelectual y una brusquedad que algunos han llegado a tildar de cortante. "Como padre, nunca me imaginé que ese chico que siempre discutía, que creció en mi casa, al que alimentaba y que utilizaba mi nombre llegaría a convertirse en mi empleador", dijo en un discurso pronunciado en 2005 ante un grupo de líderes de organizaciones benéficas. "Pero eso es exactamente lo que ha pasado".
La primera etapa, de chico contestador, "empezó cuando tenía unos 11 años", señala Gates padre en una de las entrevistas. Fue entonces que Bill empezó a convertirse en un dolor de cabeza constante para la familia, recuerda. Hasta entonces, la vida de la familia Gates había sido bastante tranquila. Bill padre y su esposa, Mary, tuvieron tres hijos: Kristi; Bill, que nació en 1955 y Libby. Era una familia unida que disfrutaba de dosis sanas de competencia, a través de juegos de mesa, cartas, y ping-pong, y tenía ciertos rituales: todos los domingos cenaban a la misma hora y, en todas las Navidades, todos llevaban pijamas que hacían juego.
Pese a estar muy involucrado en la vida de sus hijos, Gates padre era emocionalmente más distante, algo que según sus hijos es probablemente un reflejo de su generación.
La labor cotidiana del cuidado de los hijos quedó a cargo de Mary, mientras Bill padre se dedicaba a forjar su carrera como abogado en Seattle. Hija de un banquero de esa ciudad, la madre de Bill fue una estudiante y atleta ejemplar en la secundaria y universidad, donde conoció a su futuro esposo. Mary Gates siempre hizo que sus hijos se aplicaran en los estudios, hicieran deporte y aprendieran a tocar un instrumento. La disciplina siempre fue un ingrediente constante de su educación. Esperaba que sus hijos estuvieran bien vestidos, fueran puntuales y socializaran con los invitados que venían a la casa.
Bill Gates empezó desde pequeño a dar muestras de su interés por aprender. Sus padres alimentaban su apetito por la lectura comprándole todos los libros que quisiera. Aun así, les preocupaba el hecho de que pareciera preferir los libros a la gente. Por eso intentaron calmar esa tendencia obligándolo a saludar a todos los invitados y ejercer de anfitrión en las fiestas en casa.
Sin embargo, el joven Bill empezó pronto a oponerse a ese estricto control. Todas las cosas que su madre esperaba de él -una habitación ordenada, que llegara puntual a la cena, que no mordisqueara los lápices- de repente se convirtieron en una fuente de tensión que desencadenaba grandes peleas.
Estas batallas llegaron a su punto álgido la noche en la que su padre le tiró el vaso de agua. Después del incidente, sus padres lo llevaron a un psicólogo. "Estoy en guerra con mis padres sobre quién está al mando", recuerda Bill haberle dicho al terapeuta. En su informe, el psicólogo les recomendó a los padres que empezaran a ceder.
Cuando Bill y Mary hicieron caso al psicólogo y le dieron más libertad al joven Bill, éste se dio cuenta de que si ya no tenía que probar su posición frente a sus padres, ahora lo que tenía que descubrir era cuál era su relación con el mundo.
Desde los 13 años, Bill gozó de una libertad inusual para su edad. Pasaba algunas noches fuera de casa para utilizar las computadoras de la Universidad de Washington. Antes de terminar la secundaria, dejó los estudios por un tiempo para trabajar como programador en una planta eléctrica en el sur de Washington.
En lo que sería su primera colaboración con Paul Allen, con quien fundaría Microsoft, diseñó "Traf-O-Data", un aparato que contaba los autos que pasaban por una sección de la carretera.
Sus padres optaron por apoyarlo. No se opusieron cuando Bill decidió abandonar la Universidad de Harvard y mudarse a Alburquerque, en Nuevo México, con el objetivo de fundar Microsoft. "Mary y yo estábamos preocupados. Creo que ella un poco más que yo", recuerda Bill padre. "Nuestras expectativas eran las normales de la gente que envía a un hijo a la universidad: que consiga un título". El apoyo de la familia fue lo que llevó a Gates a que trasladara la sede de Microsoft a Seattle, donde se instaló en una casa no muy lejos de la de sus padres. Gates padre ayudó a su hijo a reunir a gente importante de los negocios de Seattle para que formaran parte de la junta directiva de Microsoft. En 1980, Bill llevó a su padre a la cena en la que persuadió a su amigo Steve Ballmer -el actual presidente ejecutivo de la compañía- a que dejara sus estudios de posgrado y se uniera a Microsoft.
Después del ascenso meteórico de Microsoft, la madre de Bill lo presionó para que empezara a pensar en la filantropía. Una noche en la oficina de su padre, una persona que estaba presente recuerda que Bill discutió con su madre porque le estaba instando a que donara dinero. "Sólo estoy tratando de dirigir mi compañía", le dijo bruscamente, según la fuente. Gates dice que no se oponía a la filantropía, sino que simplemente no quería distraerse de sus responsabilidades en Microsoft.
A medida que la riqueza de Bill crecía, también se acumulaban las cartas de peticiones de organizaciones benéficas locales. Gates decidió que consideraría la filantropía con seriedad tras dejar sus responsabilidades en Microsoft, lo que pensaba hacer después de cumplir 60 años. Sin embargo, ese plan se aceleró después de que a su madre le diagnosticaran cáncer de seno. Mientras luchaba contra la enfermedad, siguió presionando a su hijo para que hiciera más por la filantropía. Mary murió en junio de 1994. Unos seis meses después, mientras hacía cola en un cine con su hijo y su nuera Melinda, Gates padre volvió a plantear la idea de la filantropía. Sugirió que él podría dedicarse a revisar esas solicitudes de donaciones. Una semana después, el magnate del software sacó unos US$100 millones de las arcas de la compañía y fundó la fundación que su padre dirigiría. Ese día, Gates padre se sentó en la mesa de la cocina y firmó el primer cheque: una donación de US$80.000 para un programa local contra el cáncer.
Ahora, es consciente de que las cosas serán distintas con su hijo y su mujer al frente de la fundación. Después de 53 años, ha aprendido a darle espacio a su hijo. "Tiene ideas muy fijas para algunas cosas", dice. "La dinámica de la familia es no discutir sobre esas cosas porque es una pérdida de tiempo".
“En estricto sentido de la palabra, lo que yo conocí como el máximo desorden, era en realidad lo que yo había vivido como: El equilibrio de mi vida”. T.E. Lawrence, 1885-1935.
Dirección General
Enrique R. Del Castillo G. M.D.
EDUCANDO AL HOMBRE MÁS RICO DEL MUNDO
Bill Gates padre cuenta la historia de cómo un muchacho testarudo se transformó en el fundador de Microsoft y en su futuro empleador.
Robert A. Guth. Seattle. Cualquiera que pase un rato con la familia de Bill Gates acaba por escuchar la anécdota del incidente del agua.
El futuro magnate del software era un niño testarudo de 12 años y estaba discutiendo con su madre durante la cena. Cuando se le agotó la paciencia, su padre le tiró un vaso de agua a la cara. "Gracias por la ducha", espetó el joven Gates.
Esta historia sobrevive en el baúl de los recuerdos de los Gates no sólo por su fuerte carga dramática, sino también porque fue una de las pocas veces en que Bill Gates padre perdió los estribos. La pelea presagió un momento decisivo en la vida del tempestuoso muchacho que lo puso en camino a convertirse en el Bill Gates que el mundo conocería luego como el cofundador de Microsoft Corp. y el hombre más rico del mundo.
Detrás del ascenso de Bill Gates está la historia de su padre, el otro Bill Gates. Cuando fue evidente que su hijo se había hecho adulto de la noche a la mañana, su padre adoptó el papel de consejero, ayudándolo a sobrevivir en el feroz mundo de los negocios. Cuando la riqueza puso al joven Gates bajo mayor presión, el padre volvió a intervenir para fundar la que ahora es la mayor organización benéfica del mundo.
Bill Gates padre, de 83 años, es el copresidente de la junta de la Fundación Bill & Melinda Gates, que gestiona unos US$30.000 millones en fondos. No le gusta ser el centro de atención. Los detalles públicos de su vida se limitan prácticamente a la biografía oficial que figura en la fundación, donde dice que ejerció como abogado en Seattle, que es un veterano de la Segunda Guerra Mundial, que participa como voluntario en organizaciones de caridad y que tiene tres hijos. Ahora, ha compilado sus memorias en un pequeño libro, Showing up for life (algo así como Hacer acto de presencia en la vida), que fue publicado en Estados Unidos el 28 de abril.
En entrevistas con The Wall Street Journal, Bill Gates padre, Bill Gates hijo y otros miembros de la familia compartieron por primera vez muchos de los detalles que dejan entrever cómo las fuerzas en colisión de la disciplina y la libertad dieron forma al carácter del emprendedor.
La relación entre padre e hijo entró en una nueva fase luego de que el magnate empezara a trabajar, hace siete meses, a tiempo completo en la Fundación Gates. En los últimos 13 años, el padre era el único miembro de la familia que trabajaba a diario en la fundación.
Con sus casi dos metros de estatura, Gates padre le saca casi una cabeza a su hijo. Es conocido por ser más social que él, aunque ambos comparten una gran agudeza intelectual y una brusquedad que algunos han llegado a tildar de cortante. "Como padre, nunca me imaginé que ese chico que siempre discutía, que creció en mi casa, al que alimentaba y que utilizaba mi nombre llegaría a convertirse en mi empleador", dijo en un discurso pronunciado en 2005 ante un grupo de líderes de organizaciones benéficas. "Pero eso es exactamente lo que ha pasado".
La primera etapa, de chico contestador, "empezó cuando tenía unos 11 años", señala Gates padre en una de las entrevistas. Fue entonces que Bill empezó a convertirse en un dolor de cabeza constante para la familia, recuerda. Hasta entonces, la vida de la familia Gates había sido bastante tranquila. Bill padre y su esposa, Mary, tuvieron tres hijos: Kristi; Bill, que nació en 1955 y Libby. Era una familia unida que disfrutaba de dosis sanas de competencia, a través de juegos de mesa, cartas, y ping-pong, y tenía ciertos rituales: todos los domingos cenaban a la misma hora y, en todas las Navidades, todos llevaban pijamas que hacían juego.
Pese a estar muy involucrado en la vida de sus hijos, Gates padre era emocionalmente más distante, algo que según sus hijos es probablemente un reflejo de su generación.
La labor cotidiana del cuidado de los hijos quedó a cargo de Mary, mientras Bill padre se dedicaba a forjar su carrera como abogado en Seattle. Hija de un banquero de esa ciudad, la madre de Bill fue una estudiante y atleta ejemplar en la secundaria y universidad, donde conoció a su futuro esposo. Mary Gates siempre hizo que sus hijos se aplicaran en los estudios, hicieran deporte y aprendieran a tocar un instrumento. La disciplina siempre fue un ingrediente constante de su educación. Esperaba que sus hijos estuvieran bien vestidos, fueran puntuales y socializaran con los invitados que venían a la casa.
Bill Gates empezó desde pequeño a dar muestras de su interés por aprender. Sus padres alimentaban su apetito por la lectura comprándole todos los libros que quisiera. Aun así, les preocupaba el hecho de que pareciera preferir los libros a la gente. Por eso intentaron calmar esa tendencia obligándolo a saludar a todos los invitados y ejercer de anfitrión en las fiestas en casa.
Sin embargo, el joven Bill empezó pronto a oponerse a ese estricto control. Todas las cosas que su madre esperaba de él -una habitación ordenada, que llegara puntual a la cena, que no mordisqueara los lápices- de repente se convirtieron en una fuente de tensión que desencadenaba grandes peleas.
Estas batallas llegaron a su punto álgido la noche en la que su padre le tiró el vaso de agua. Después del incidente, sus padres lo llevaron a un psicólogo. "Estoy en guerra con mis padres sobre quién está al mando", recuerda Bill haberle dicho al terapeuta. En su informe, el psicólogo les recomendó a los padres que empezaran a ceder.
Cuando Bill y Mary hicieron caso al psicólogo y le dieron más libertad al joven Bill, éste se dio cuenta de que si ya no tenía que probar su posición frente a sus padres, ahora lo que tenía que descubrir era cuál era su relación con el mundo.
Desde los 13 años, Bill gozó de una libertad inusual para su edad. Pasaba algunas noches fuera de casa para utilizar las computadoras de la Universidad de Washington. Antes de terminar la secundaria, dejó los estudios por un tiempo para trabajar como programador en una planta eléctrica en el sur de Washington.
En lo que sería su primera colaboración con Paul Allen, con quien fundaría Microsoft, diseñó "Traf-O-Data", un aparato que contaba los autos que pasaban por una sección de la carretera.
Sus padres optaron por apoyarlo. No se opusieron cuando Bill decidió abandonar la Universidad de Harvard y mudarse a Alburquerque, en Nuevo México, con el objetivo de fundar Microsoft. "Mary y yo estábamos preocupados. Creo que ella un poco más que yo", recuerda Bill padre. "Nuestras expectativas eran las normales de la gente que envía a un hijo a la universidad: que consiga un título". El apoyo de la familia fue lo que llevó a Gates a que trasladara la sede de Microsoft a Seattle, donde se instaló en una casa no muy lejos de la de sus padres. Gates padre ayudó a su hijo a reunir a gente importante de los negocios de Seattle para que formaran parte de la junta directiva de Microsoft. En 1980, Bill llevó a su padre a la cena en la que persuadió a su amigo Steve Ballmer -el actual presidente ejecutivo de la compañía- a que dejara sus estudios de posgrado y se uniera a Microsoft.
Después del ascenso meteórico de Microsoft, la madre de Bill lo presionó para que empezara a pensar en la filantropía. Una noche en la oficina de su padre, una persona que estaba presente recuerda que Bill discutió con su madre porque le estaba instando a que donara dinero. "Sólo estoy tratando de dirigir mi compañía", le dijo bruscamente, según la fuente. Gates dice que no se oponía a la filantropía, sino que simplemente no quería distraerse de sus responsabilidades en Microsoft.
A medida que la riqueza de Bill crecía, también se acumulaban las cartas de peticiones de organizaciones benéficas locales. Gates decidió que consideraría la filantropía con seriedad tras dejar sus responsabilidades en Microsoft, lo que pensaba hacer después de cumplir 60 años. Sin embargo, ese plan se aceleró después de que a su madre le diagnosticaran cáncer de seno. Mientras luchaba contra la enfermedad, siguió presionando a su hijo para que hiciera más por la filantropía. Mary murió en junio de 1994. Unos seis meses después, mientras hacía cola en un cine con su hijo y su nuera Melinda, Gates padre volvió a plantear la idea de la filantropía. Sugirió que él podría dedicarse a revisar esas solicitudes de donaciones. Una semana después, el magnate del software sacó unos US$100 millones de las arcas de la compañía y fundó la fundación que su padre dirigiría. Ese día, Gates padre se sentó en la mesa de la cocina y firmó el primer cheque: una donación de US$80.000 para un programa local contra el cáncer.
Ahora, es consciente de que las cosas serán distintas con su hijo y su mujer al frente de la fundación. Después de 53 años, ha aprendido a darle espacio a su hijo. "Tiene ideas muy fijas para algunas cosas", dice. "La dinámica de la familia es no discutir sobre esas cosas porque es una pérdida de tiempo".
“En estricto sentido de la palabra, lo que yo conocí como el máximo desorden, era en realidad lo que yo había vivido como: El equilibrio de mi vida”. T.E. Lawrence, 1885-1935.
Dirección General
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